29 de abril de 2014

Alta edad media (siglos V al X) en el Curueño

El reino visigodo conquistó Hispania en el siglo V sometiendo a otros pueblos germánicos. Tenían la capital en Toledo y ocuparon las provincias romanas del norte de la península. Recaredo se convirtió al catolicismo a finales del siglo VI. 
En el siglo VII o VIII pudo levantarse en La Mata, la primera iglesia. Si fuese así sería una edificación pequeña visigótica, como correspondería a la comunidad. El hecho de que la iglesia de La Mata esté dedicada a San Martín, un santo francés del siglo IV, puede hacer pensar que pudo ser una construcción muy temprana, pero nada lo garantiza. 
Una cosa cierta es que los pueblos pagaban fuertes impuestos y tenían que estar siempre dispuestos para la guerra. Por ello, los reyes tenían establecidos por el territorio algunos guerreros, defensores permanentes del monarca. Los romanos habían hecho lo mismo y en siglos venideros ocurriría de manera similar. 
En el año 711 se produjo la conquista musulmana desde el Norte de África; en pocos años el Islam dominaba gran parte de la península ibérica. Los musulmanes entraron en Asturias cruzando estas montañas leonesas y muchas gentes abandonaron la meseta y las riberas y se refugiaron con sus ganados en las montañas para defenderse mejor del invasor. 
Circula la leyenda de un moro tuerto que dió nombre a Montuerto; de la proverbial terquedad de los de Nocedo frente al avance de los árabes, que terminó dando nombre al pueblo, “no cedo, no cedo” y del amargo lamento de los musulmanes al retirarse vencidos: “Aviados vamos por estos campos hermosos, donde canta la avecilla”, que explica los topónimos de Aviados, Campohermoso y La Vecilla
En el año 722 comienza la Reconquista en la batalla de Covadonga, donde don Pelayo, primer monarca del reino de Asturias, derrota a los árabes. Así transcurrió el tiempo hasta que los últimos reyes asturianos de la Reconquista llegaron con sus tropas hasta León y fueron consolidando sus conquistas mediante la repoblación de estas tierras. García I fue el primer rey leonés que estableció su sede en León en el año 910, pero fue sobre todo Ordoño II quien más se dedicó a repoblar estas tierras. La forma más común para ello era otorgar terrenos a estas comunidades de aldea, que quedaban bajo la dependencia del rey, pero con la denominación de hombres libres o de realengo, a cuyo rey pagaban una pequeña renta por el usufructo comunitario de los terrenos. Otras veces eran los nobles o magnates procedentes del período visigodo quienes afianzaban sus posesiones con otras donadas por el rey en reconocimiento a la ayuda prestada por ellos y sus tropas en la reconquista de España. 
A este respecto es significativo el hecho de que, con el fin de repoblar sus posesiones del Curueño, los monjes de San Pelayo del Monte (de Santa María del Monte) y el conde gallego Don Mencio, trajeron de Galicia gentes para instalarlas en el pueblo de Gallegos, lo que no gustó a los habitantes del castillo de San Salvador de Santa Colomba. 
Por tanto, muchos pueblos nacieron por si mismos en un momento determinado, bien a la sombra de un monasterio, bien al lado de un castillo o palacio de un conde o marqués, o bien cerca de la casa del señor feudal, propietario de las tierras que les ofrecía protección mientras trabajaban para él. 
La lápida o estela vadiniense del siglo II hallada en Barrillos confirma la existencia de un antiguo poblamiento cercano a los veinte siglos, pero, en general, los pueblos del Curueño entran en la historia a medida que su nombre aparece en los documentos escritos. Así, la primera población en aparecer documentada seria Ambasaguas, con un testamento fechado el 1 de diciembre del año 959, donde un presbítero llamado Melic, probablemente monje en el Monasterio de Sahagún, dona a dicho monasterio, entre otras cosas “alia villa in Coronio quam dicura Interambasaquias ab integro”. Barrio aparece citado en 1.097, Devesa en 1.054, La Mata en 1.051, Santa Colomba en 1.159, completándose en este periodo de tiempo todas las poblaciones. 
Los documentos citan varias comunidades rurales que se asentaron en estos terrenos, vigilados desde el castillo de San Salvador, que no han pervivido, como Ceiramedo o Zalamedo (entre el Porma y el Curueño, a la altura de Santa Colomba); antes de llegar a Lugán estaban Villaverde, Villanueva y Santa Eulalia. En la margen izquierda del Curueño, entre Sopeña y Santa Colomba estuvieron Caravedo, Colle, Colliciello, Bustifel y San Feliz y Soto y Sedecana, antes de Ambasaguas y por la derecha del Curueño, cerca de Gallegos estuvo Solaniellos, Sotiello o Sotico, Marne, Valdespino, Viloria, Marien y Villaveliti. Junto a Cerezales estuvo Vilella.y alguno más nos quedará. 
Barrillos se formó con los barrios de Santa Justa y Santa María de Curueño (de las Nieves), éste muy documentado. 

 En los mapas de Gómez Moreno de los siglos X y XI aparece en la ribera del Curueño solo la localidad de La Mata y otra, Curueño, que sería Santa María de Curueño. Este mapa aparece en el libro "La España cristiana de los siglos VIII al XI", de Claudio Sánchez Albornoz.

Es curioso que estos primeros documentos escritos sean de la colección diplomática de Sahagún y no los encontremos en la catedral de León hasta que, en el siglo XIII, se haga la primera estadística de la diócesis donde figuran todas las parroquias, es el códice 13 de la catedral, conocido como “El Becerro de Presentaciones”, Y no será hasta mitad del siglo XVI cuando se empieza a tener documentos en algunos archivos parroquiales. 

Terminamos esta época histórica recordando a San Froilán, que nació en los arrabales de Lugo en el año 833 y a los 18 años siguió la vida de ermitaño, alternándola con la predicación en tierras bercianas y llegando hasta las montañas del Curueño, donde se une al sacerdote aragonés Atilano, hasta que buscan mayor acogimiento en una cueva de Valdorria: “la gruta de San Froilán”. A petición de la gente, descienden a la hondonada de Valdecésar; su fama llegó a oídos del rey Alfonso III, quien le llama hasta Oviedo y le ofrece ayuda para descender hasta la Vega del Esla, en tierras de Zamora, para colaborar en la repoblación y evangelización del territorio del Duero. Funda sucesivamente los monasterios de Tábara y Moreruela de Tábara, responsabilizándose él como abad y Atilano Prior. En la primavera del año 900 llegó a la Iglesia de León y a petición del pueblo, el rey hizo venir a la ciudad a Froilán y Atilano, siendo Froilán ordenado sacerdote y el día de Pascua son ambos consagrados obispos en la Catedral de León, Froilán para la Diócesis de León y Atilano el primero de Zamora. Su pontificado, muy fecundo, solo duró cinco años, muriendo el 5 de octubre del año 905, siendo enterrado en el mausoleo del monarca; el pueblo le aclama como santo y la Iglesia le declara patrono de la Diócesis de León.

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