15 de febrero de 2011

Cigüeñas en La Mata

 Nido de cigüeñas enfrente de casa tia Nores



Ya hace casi un mes que han llegado a La Mata las cigüeñas. De porte majestuoso y gran longitud, la cigüeña blanca (Ciconia ciconia) es uno de los animales más característicos de la primavera. Ave de buen agüero, anunciadora de buenas nuevas y símbolo del nacimiento de los hijos, su plumaje blanco, que contrasta con alguna pincelada negra y el rojo de sus largas patas y pico, le da un aspecto típico e inconfundible. Puede llegar a medir más de un metro, y su peso oscila entre los tres y los cuatro kilos. Se alimenta de insectos, reptiles, anfibios y ratones y acostumbra a instalar sus nidos en los tejados de las casas y sobre árboles y campanarios. Generalmente las cigüeñas crían por primera vez a la edad de cinco años y, algunas, aún se reproducen a la edad de veinte años. Es un ave sociable que no teme la proximidad del hombre.
Las mayores concentraciones de cigueñas del occidente europeo se registran en las tierras que cruza la Vía de la Plata, desde Badajoz a León. La cigueña es un ave en expansión, que ha pasado momentos difíciles. De hecho, en La Mata hace pocos años que disfrutamos de su compañía, pues eran escasas tan al norte y anidaban en tierras leonesas más al sur.
En España se censaron en 1948, 14.513 parejas, nivel que decayó sucesivamente, hasta situar a la especie "en peligro de extinción". En 1957 se registraron 12.071 parejas, y en 1984 sólo quedaban 6.753. Pero desde entonces, gracias a las medidas proteccionistas, se ha invertido la tendencia y el censo de 1994 evaluó 17.000 parejas y en 2004, según el VI Censo Internacional de Cigüeña Blanca, último hasta la fecha,  había 32.923 parejas en España,
En la provincia se León los censos dan 862 parejas en 1957; 445 en 1974; 257 en 1979 y 361 en 1984 (de ellas, 1 pareja con 7 pollos en Ambasaguas, 1 pareja con 2 pollos en Barrio, 1 pareja con 2 pollos en Barrillos, 1 pareja con 1 pollo en La Vecilla y 1 nido desocupado en Santa Colomba y en La Cándana, en la ribera del Curueño). En 2004, había 2.799 parejas en León, repartidas por 760 localidades.
Esta tendencia positiva ha hecho que la especie ya no figure en el recién publicado Libro Rojo de las Aves.
Tradicionalmente, las cigüeñas de Europa occidental atraviesan España, donde se unen a las españolas para viajar por Marruecos, Argelia, Tibesti y el Chad, hasta llegar al cinturón estepario de Sahel, zona que limita con Senegal, Malí, el Chad y Nigeria.
Aunque el refrán popular dice que "Por San Blas la cigüeña verás y sino la vieres, año de nieves y si la vieres, año de bienes" los cambios de hábitos de las cigüeñas hacen que algunas invernen en España, debido, entre otras causas, a los cambios en las pautas de migración de la especie, con distancias cada vez más cortas en tiempo y espacio; los vertederos como nuevas fuentes de alimentación; una mayor concienciación del público; unas condiciones meteorológicas adecuadas tanto en los lugares de cría, donde la primavera ha sido más o menos húmeda, como en los lugares de invernada en el África subsahariana, así como la aplicación de diversas medidas de conservación (corrección de tendidos eléctricos).
En La Mata se suele ver a las cigüeñas pasando las horas calurosas del día o durante la noche descansando sobre una sola pata, con la cabeza recogida sobre el dorso y el pico cubierto por las largas plumas del cuello. Para alzar el vuelo, en terrenos llanos, la cigüeña efectúa un par de saltos y despliega sus alas siempre en dirección contraria al viento. Si, además, predominan corrientes de aire ascendente, la cigüeña sabe aprovecharlas para remontar hacia las nubes y disfrutar de un vuelo de gran altura. Y, antes de aterrizar, la cigüeña gira algunas veces sobre el punto de aterrizaje.
La mejor época para observar el vuelo de las cigüeñas se inicia en la primera quincena de febrero y alcanza hasta finales de verano, momento en el cual empiezan a planificar la nueva migración. Para ello, se reúnen en las praderas, desde donde se alzan en círculos cada vez más altos, aunque, por la noche, vuelven a sus nidos. Con los primeros síntomas del invierno se marcharán definitivamente en bandadas fáciles de ver durante el día, a gran altura, aunque sin mantener ningún orden determinado. De todas las que parten desde la península, las nacidas en el verano, no volverán en la siguiente primavera, pues suelen pasar su segundo verano todavía en Africa.

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