14 de octubre de 2009

Adolfo

Como merecido homenaje a nuestro paisano Adolfo Fernández López, recientemente fallecido, pensamos que sus páginas escritas en nuestro Boletín a lo largo de 27 años son un excelente y entrañable lugar que bien puede considerarse como mágico.
En la primavera del año 2004 conmemoramos el 25 aniversario de la publicación de nuestra revista “La Mata de Curueño, un pueblo que nos une” con un número extraordinario. Adolfo participó con un interesante artículo titulado ¡Ánimo, ánimo, ánimo!”
En él escribía: “¡Qué suerte la nuestra! ¡Qué orgullosos podemos estar todos los matenses por haber mantenido esta fórmula de encuentro durante 25 años! ¡Qué satisfechos se sentirán allá arriba Fernando y cuantos nos han precedido de este gran pueblo!”
Ahora que acaba de morir, esos sentimientos de fortuna, de orgullo y de satisfacción que expresaba Adolfo los debemos percibir nosotros al contemplar su amplia colaboración literaria en las 2.012 páginas ya de nuestra revista.
Porque muchas de ellas fueron escritas por este Hijo del Pueblo que se consideró feliz sintiendo de ese modo. Quiso participar de manera tan directa y real que, muchas horas de su larga vida, las dedicó para reseñar recuerdos vivos sobre su pueblo y sus gentes
Es admirable y reconfortante contemplar a este vecino del pueblo, solamente con su aprendizaje en la escuela, inclinado sobre hojas de papel para ofrecernos en unas sencillas líneas, a lo largo de tantos años, su esfuerzo para “compartir noticias, recuerdos, penas y alegrías”, como decía en el citado artículo.
“Pensar en 1979, seguía, cuando recibí el primer ejemplar del Boletín que escribiría en él, era para mí ciencia-ficción. Me imaginaba que iba a hacer muchas cosas en la vida, pero jamás que iba a escribir las vivencias de mis años en La Mata. Me ha resultado muy fácil porque me ha salido del alma reflexionar sobre mi pueblo; y muy gratificante porque ha sido una forma de volver a recorrer los caminos de mi niñez y juventud, recordar cada rincón, volver a mi origen”.
Breve y resumidamente testimoniamos esos recuerdos escritos por Adolfo. Lo hizo desde su primer artículo publicado en 1983, nº 18, con su “Historia de monaguillos”. Iniciaba un período hasta 1987 con Recuerdos de Navidad, Doblan las campanas y Por los Cantarales.
Desde la primavera de 1992 hasta la navidad de 2005, publica una veintena de artículos bajo el epígrafe de Recuerdos de mi vida en La Mata donde expresa desde Viajes a Vegarada y Cerulleda a su Tío Ruperto. Durante esos trece años, de manera periódica, Adolfo testimonia hechos y anécdotas de la Guerra Civil, los bolos y aluches, las truchas, las peras y los quesos, la escuela y el día del árbol, las cantinas y la ribera, los jergones y guantes, las misas y los nervios, etc., etc.
Entre los años 2001 y 2002 se dedicó a ensalzar los “lugares y personajes de La Rinconada”. En cuatro interesantes artículos describe vida y milagros de los vecinos del Barrio Arriba, tan próximo a su casa natal en el inicio de Los Cantarales, donde pasó la infancia, juventud y primeros años de casado.
En los últimos números publicados del Boletín es donde Adolfo, ya anciano, ha pretendido hacernos ver cómo se vivía en La Mata mes a mes. En estos tres años ha conseguido que la imaginación de muchos y la memoria de unos pocos participaran nítidamente en el discurrir de los días de abuelos, padres y convecinos de antaño.
Adolfo, con sus palabras escritas ha querido y sabido dar aldabonazos contra el olvido y mantener la ilusión colectiva, ha mostrado su amor por las raíces y ha deseado con todo el alma “ánimo y a seguir adelante afanosos, que nada os detenga y que podáis celebrar el 50º aniversario por todo lo alto”.
Gracias, muchas gracias, a este buen Hijo del Pueblo por su excelente y entrañable obra. Y gracias a su hija, Gloria Elisa, que ha preparado sus escritos con verdadero cariño filial y sintiendo ser Hija del Pueblo.

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